Comienza con la esperanza de un amor fugaz, comienza con ese caminar
glorioso de quien cree que lo ha logrado y será besada, admirada, deseada; con ese palpitar
acelerado y esa sonrisa imborrable, entre gentes que la ignoran e ignora. Con
esa ilusión
de ver esa gran mirada y esa hermosa sonrisa. Con esa mujer que mira a gentes
con caras desconocidas, que espera y busca solo una: la especial.
Voltea a todos lados mientras las cámaras graban ese momento en discos que serán
guardados sin ser vistos, sin ser descubierta entre tanta gente; nadie sabe ni
sabrá
lo que ella hacia ahí, entre ellos, sin ir ni llegar a ningún lado.
Después de no encontrar a quien tanto esperaba, busca
un lugar para sentarse (que nunca encuentra), camina de un lado a otro mientras
ve a gente esperando, gente sonriendo, gente junta y gente adentrada en sus
pensamientos; camina para mezclarse entre todas esas personas, mira las
pantallas de las “salidas internacionales”
esperando encontrar ahí lo que busca, y algo le llama la atención,
frente a ella se encuentran unos chicos llorando la despedida de alguno de
ellos, intenta entender el porqué de sus llantos, ¿Hermanos? ¿Amigos? ¿Amores? Y le viene ese dejo de tristeza que
hasta ese momento no había sentido, se siente sola (y lo esta), había
recorrido este momento en su mente durante una semana antes, y esta realidad,
que a veces es tan amarga, no se parece en lo más mínimo a lo que ella esperaba y deseaba.
Mira su reloj: 19:10, no tan tarde pero demasiado tarde, él no
esta; camina decidida a irse a casa pero no puede evitar abarcar con su mirada
todos los rostros que se presentan a su
paso, aún
con la esperanza de encontrarlo y que le diga: “Te estaba buscando, gracias por venir”, pero
es inútil,
no lo ve, pasa por algunos cafés en dónde solo ve a gente conviviendo, con su mirada
ubica alguna mesa dónde solo este una persona (podría ser él) pero
es en vano cualquier intento que ella hace; piensa en qué puede
hacer, no se puede resignar a simplemente no verlo antes de que él parta
a su destino (lejos de ella).
Decide regresar, “tal vez me este esperando”. Nada, él sigue
sin estar; suspira, ahora busca en cada pantalla que se le presenta enfrente, otra
vez al punto de reunión, gente sonriendo, felices, juntos y ella,
sola. Nada dice algo que pueda llevarla hacia él, al observar alrededor, ve a través de un
pasillo, su corazón le dice que esta ahí,
pasando, tal vez tomando algo… piensa en aventurarse, pero se da cuenta “Es
imposible, policías, solo pasa gente con boleto”.
Revisa su celular, esperando un mensaje, una llamada. Nada. “¿Tengo
red?”,
si, todo marcha bien con el celular. Nada. Piensa en qué puede
hacer, no se puede resignar a simplemente no verlo antes de que él parta
a su destino…lejos de ella. Suspira. Pantallas. Gente. No
hay forma. Nada. Suspira. Mira su reloj: 19:22. Nada. Piensa en esperar… ¿Esperar
qué?...
Él
fue muy claro “Te esperaré hasta las 19:00.” No hay nada que ella pueda hacer para que él
vuelva, no leyó su mensaje, no contesto, no llamo. “¿De qué me
servirá
esperar? “
Se va, mira su reloj: 19:24. Suspira. El mismo procedimiento: observar todo,
a todos, cafés. Nada.
Baja las escaleras y ve mucha gente, se acerca, muchas personas con
letreros para que la gente que llega los ubique, sonríe y
quiere ver esa escena. No, prefiere no hacerlo, no quedarse “Conmigo
no llegará
nadie”,
vuelve a sentir esa tristeza de no haberlo visto. Da media vuelta, y una vez más nadie
la nota, la única persona que quería verla,
ahora esta esperando en el punto acordado, leyó su correo y espera que ella llegue, quiere
besarla, abrazarla, mirarla, gentes, nada, ella no esta, ella no llega. Ella no
lo sabe, ella camina a la salida.
Puerta 1, salida al metro, no puede creerlo, ahora más que
nunca siente que la vida le debe algo, piensa en otro país,
piensa que es ella la que llega a un país desconocido y nadie la espera, siente que es
ella quien dejo a alguien de quien no pudo despedirse, las calles, el ambiente, la gente, todo le parece monótono;
vendedores de cigarros afuera del metro, “Esto es tan México que no puedo negarlo”. Una pequeña
charla, un cigarrillo bajo las nubes del Distrito Federal. Piensa en regresar
pero le parece muy absurdo.
Cuando entra al metro, le molesta todo, la ciudad, su vida, la sociedad,
solo quisiera encontrarlo, de casualidad, algún día. Poco a poco, se incorpora de nuevo a
su realidad, a esos lugares tan bien conocidos por ser parte de su vida,
suspira, llega a casa, “mañana un nuevo día”… ella entra en sueños
profundos, él… espera verla llegar.